sábado, 17 de agosto de 2013

La vigencia del trotskismo





MUNDO
Escrito por PSTU - Argentina   
Sábado 17 de Agosto de 2013
El 21 de agosto de 1940 moría asesinado en México León Trotsky, dirigente junto a Lenin de la Revolución Rusa de 1917. El día anterior, Ramón Mercader, un agente de Stalin que simulaba ser simpatizante del trotskismo, había descargado a traición un piquetazo sobre su cabeza en su casa del barrio de Coyoacán.
Trotsky había logrado asilo político en México en 1937, 8 años después de su expulsión de la URSS y de que gobiernos de distintos países europeos le negaran la residencia.

Al momento de su asesinato, muchos de los principales dirigentes del partido bolchevique que junto a Lenin, habían dirigido la Revolución de octubre, habían sido exterminados por Stalin luego de los famosos juicios de Moscú, en los que fueron condenados (incluido Trotsky) por falsos crímenes y traiciones en base a monstruosas falsificaciones y forzadas “confesiones”. Culminaba así el proceso de burocratización del primer Estado obrero, que cobró fuerza a la muerte de Lenin, entronizando una casta burocrática contrarrevolucionaria que, amparada en la falsa teoría del “socialismo en un solo país”, luego de cinco décadas terminaría restaurando el capitalismo donde había sido expropiado.

Miles de partidarios de la oposición de Izquierda, que Trotsky encabezó en la URSS, fueron perseguidos, asesinados y encarcelados. La clase obrera china, alemana y española sufrieron crueles derrotas por responsabilidad de los partidos comunistas orientados por la Komintern (Internacional Comunista), copada por el stalinismo. Así como la muerte en la guerra civil de gran parte de la vanguardia obrera revolucionaria y la derrota de la Revolución Alemana permitieron el surgimiento del stalinismo en la URSS, las nuevas derrotas a su vez habían franqueado el paso a Hitler y al estallido de la Segunda Guerra Mundial. Los partidarios de Trotsky eran apenas un puñado pero éste seguía siendo para Stalin su peor enemigo, y acabar con su vida, su obsesión.

No era el rencor personal la principal razón, sino la fría lógica contrarrevolucionaria. Trotsky encarnaba en sí mismo la experiencia de las tres revoluciones rusas (1905, Febrero y octubre de 1917) y las tradiciones revolucionarias del partido bolchevique. Mientras Trotsky viviera, un nuevo ascenso de masas provocado por las penurias de la nueva guerra, podría encontrar en él y la recién fundada IV Internacional, una alternativa de dirección revolucionaria.

Su obra más importante

Trotsky, dos veces presidente del Soviet de Petrogrado, fundador y organizador del Ejército Rojo, el genial teórico y dirigente del Partido Bolchevique y la Tercera Internacional consideraba, sin embargo, que su tarea más importante había sido la fundación de la Cuarta Internacional. Luego de que la criminal política del stalinismo había permitido el triunfo del nazismo en Alemania, él concluyó que el komintern se había pasado definitivamente al bando de la contrarrevolución.

Era imprescindible fundar una nueva internacional que continuara la pelea por la construcción de una dirección revolucionaria mundial para la clase obrera. La nueva internacional, apenas agrupaba a algunos centenares de cuadros revolucionarios en todo el mundo, pero era fuerte por su dirección, su moral y sus principios revolucionarios y por la teoría y el programa que la cimentaban: la Teoría de la Revolución Permanente y el Programa de Transición. Por eso, pese al golpe cualitativo que significó la pérdida de su principal dirigente, la Cuarta sobrevivió a su fundador. Trotsky tuvo razón, había logrado salvar la continuidad del marxismo revolucionario para las nuevas generaciones.

Un programa para la crisis actual

A fines de los ’80 y comienzos de los ’90 las masas soviéticas y de Europa oriental protagonizaron grandes revoluciones que liquidaron por fi n los regímenes stalinistas, liberando a los trabajadores del mundo de ese siniestro aparato contrarrevolucionario. Fue una colosal victoria que abrió una nueva etapa revolucionaria mundial, en la que a mediados del 2008 estalló la más grande crisis del capitalismo desde el año 1929.

La crisis se profundiza semana a semana y en los países imperialistas los gobiernos organizan gigantescos rescates financieros de billones de dólares para salvar a los bancos y empresas más importantes. Grecia y España están ya en bancarrota, Italia y Portugal le siguen los pasos y toda la Unión Europea se sacude. La receta de los gobiernos para superarla es la vieja y amarga medicina capitalista: salvajes ataques al empleo, el salario, las jubilaciones, las condiciones de trabajo, los presupuestos de salud y educación, un aumento brutal de la explotación. En palabras de Trotsky “la burguesía retoma cada vez con la mano derecha el doble de lo que diera con la izquierda”.

Esto ha detonado una respuesta de los trabajadores y sectores populares como hace décadas no se veía. Millones de obreros han protagonizado combativas huelgas generales en Grecia y España. Centenares de miles salen a las calles en el Estado Español contra el ajuste y dan apoyo de masas a la heroica huelga de los mineros del carbón.

Pero este es también el momento en que el programa de la IV Internacional demuestra su plena vigencia y su validez histórica como la única salida real a favor de los trabajadores a la brutal crisis. Medidas como la escala móvil de salarios de acuerdo a la inflación, el reparto de horas de trabajo con el mismo sueldo para garantizar el empleo, la nacionalización sin indemnización de la banca y las principales empresas con control de sus trabajadores, contenidas en el Programa de Transición, se vuelven imprescindibles para dotar al movimiento obrero y popular de un plan obrero alternativo. Y son, como planteaba Trotsky, el puente por el que puede hoy avanzar con su movilización el movimiento obrero para conquistar su propio gobierno y abrir el camino a una salida socialista.

Por la reconstrucción de la IV Internacional

La Liga Internacional de los Trabajadores (Cuarta Internacional), organización internacional fundada por Nahuel Moreno de la cual hace parte el PSTU, cumplió este año 30 años de existencia. Es heredera de la corriente encabezada por Moreno, que batalló durante décadas al interior de la IV contra el abandono de los principios revolucionarios, que llevaron a la crisis y dispersión del trotskismo. Luego de superar una fuerte crisis debido a la muerte de nuestro principal dirigente, y al “vendaval oportunista” que arrasó a la izquierda en los ‘90, la LIT (CI) ha retomado con fuerza la batalla por la reconstrucción de la IV y el reagrupamiento de los revolucionarios.

Fruto del rearme teórico, programático y político de los últimos años ha logrado instalarse dinámicamente en Europa, uno de los centros actuales del proceso revolucionario mundial, incorporando nuevas secciones como el Partido de Alternativa Comunista de Italia, el Movimiento Alternativa Socialista de Portugal y recientemente Corriente Roja del Estado Español, que está jugando un destacado rol en el enfrentamiento al gobierno de Rajoy, y en el apoyo a la lucha minera y el agrupamiento del sindicalismo alternativo. También se ha extendido a nuevos países en Latinoamérica como Honduras, Colombia, Costa Rica y El Salvador.

A 72 años del asesinato del gran revolucionario ruso, desde el PSTU reivindicamos con orgullo su legado y una vez más hacemos nuestro su viejo grito de guerra: Obreros y obreras de todos los países, agrupaos bajo la bandera de la Cuarta Internacional. ¡Es la bandera de vuestra próxima victoria!

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