lunes, 24 de diciembre de 2012

ARGENTINA: Y CON ESTOS SAQUEADORES AMIGOS DEL GOBIERNO QUE HACEMOS?


ARGENTINA:Y CON ESTOS SAQUEADORES QUE HACEMOS? 10 EMPRESAS DE LA ALIMENTACION CONTROLAN MAS DEL 90 % DEL MERCADO.


En el 2012, trabajadores de Europa fueron a la guerra contra la troika


Escrito por PSTU - Brasil
Jueves 20 de Diciembre de 2012 
No hay dudas de que la Europa del 2012 será un año inolvidable para los trabajadores de todo el continente. Si, por un lado, los gobiernos profundizaron los ataques contra los trabajadores, por medio de las medidas de “austeridad”, exigidas por la troika (Banco Europeo, Unión Europea y FMI), por otro, la clase trabajadora reaccionó de manera extraordinaria, con huelgas, paralizaciones y otras formas de lucha, que colocan la situación política del continente en otro nivel.

En medio de la lucha contra los ataques del capital, España y Grecia pueden ser considerados los polos más avanzados de la resistencia. En España, la situación se modificó después de la entrada en escena de los trabajadores mineros, que echaron mano de sus métodos de lucha, obligando a las centrales sindicales oficiales a ir más allá de lo que se proponían. Las escenas de la marcha de los mineros entrando en Madrid provocaron un profundo impacto en la población y en el conjunto de la clase trabajadora y, sin duda, fue un aliento para el desarrollo de las luchas en todo el continente.

Prueba de eso es que, después de la huelga minera, sucedieron dos grandes manifestaciones en la Península Ibérica: la del 15 de setiembre, en Lisboa; y la del 25 de setiembre, en Madrid.
En el caso de Portugal, la protesta obligó al gobierno de Passos Coelho a retroceder en su intento de aumentar la contribución de la previsión social de los trabajadores al mismo tiempo en que bajaba la de los empresarios.

En Madrid, el 25S (como quedó denominada la manifestación) se radicalizó a tal punto que miles rodearon el Congreso del país, como forma de presión para que los parlamentarios votasen contra un nuevo paquete de austeridad. También se realizaron huelgas, en particular del sector de transportes (Madrid y Barcelona), y manifestaciones diarias contra el recorte en los salarios de los servidores públicos. Como resultado, el país asiste a un importante proceso de reorganización sindical, con el fortalecimiento del sindicalismo alternativo.

En Grecia, la elección del gobierno de Antonis Samaras estuvo lejos de frenar la lucha. Después de las elecciones, Samaras anunció la aplicación de un nuevo memorándum de la troika, lo que reavivó inmediatamente las movilizaciones, ahora bajo la consigna de “¡Fuera Samaras!”.

Una movilización continental 
 
Pero, fue en el día 14 de noviembre (14N) que se dio la mayor demostración de que los trabajadores no van a aceptar los ataques de la troika. El 14N fue una jornada histórica, que combinó, simultáneamente, una huelga general conjunta en Portugal y en España, además de huelgas parciales en Italia y Grecia. En total, se realizaron manifestaciones y protestas en 25 países. Fue la primera respuesta en el ámbito internacional de la clase trabajadora contra los planes de la troika. También fue una demostración de rebelión de muchos sectores contra las direcciones oficiales de los sindicatos, que trataron de impedir la construcción de un día continental de lucha contra los planes de austeridad.

Por otro lado, el 14N también sirvió para impulsar muchas luchas en cada uno de estos países e, incluso, fortalecer aquellas que estaban más avanzadas. De ese modo, el 14N acabó sirviendo para disminuir las desigualdades de los procesos entre los países de Europa. Incluso, los países donde aún no ocurrieron grandes luchas y huelgas generales podrán experimentar, en el próximo período, otra coyuntura bien diferente, como es el caso de Francia y Bélgica.

Ataques contra los trabajadores en Francia
 

Aparentemente, Francia se encontraba distante de los peores efectos de la crisis. Sin embargo, una mirada más próxima muestra una realidad bien diferente. La balanza comercial del país (diferencia entre exportación e importación) va a cerrar el año con un déficit de 25 mil millones de euros. La transferencia de plantas industriales (deslocalización) del país continúa fuerte y la patronal está realizando una oleada de despidos, cuyo resultado es un índice de desempleo que llega al 10%.

En tanto eso sucede, el gobierno de Hollande, del Partido Socialista, trata de aplicar un programa de contrarreformas que pretende recortar 60 mil millones de euros del presupuesto en los próximos cinco años. Una de las exigencias de los capitalistas del país es la disminución de 30 mil millones de euros en las cargas sobre los salarios, además de otras medidas para aumentar la “competitividad” de la industria francesa.

El Parlamento, por su parte, ya inició la votación de las medidas, entre las cuales está la “flexibilización” del mercado laboral. Algo que ya fue aplicado en España, en nombre del “combate al desempleo”. El resultado allá fue que el país ibérico registró un aumento del desempleo, que hoy alcanza al 25% de la población.

Cuando fue electo, François Hollande, era considerado (hasta, incluso, entre sectores de la izquierda) como una alternativa a la política de “austeridad” defendida por el gobierno alemán y por la troika. No demoró mucho para que su gobierno mostrara su verdadero carácter.

Ahora, trata de aplicar los mismos planes de austeridad llevados a cabo en Grecia, España, Portugal e Italia. Peor aún, trata de realizar un gran “pacto social”, para garantizar el apoyo de las direcciones de los sindicatos mayoritarios.

Bélgica
Así como en Francia, Bélgica tampoco estaba inmune a la crisis. El país enfrentaba una ola masiva de despidos, cierres de fábricas, privatización del sistema ferroviario y ataques a los servicios sociales, realizado por el gobierno de Elio Di Rupo, del Partido Socialista. Pero, el 14N también sirvió para que las luchas contra esa situación ganasen un nuevo impulso. Como consecuencia, hay un importante proceso de reorganización sindical. El secretario regional de la Federación General de Trabajadores de Bélgica (FGTB), Daniel Pirón, llegó a decir que “el PS ya no nos representa” e hizo un llamado a la construcción de un frente político a la izquierda del Partido Socialista.

2013: fortalecer el internacionalismo proletario

El desafío para el próximo año será el de avanzar en los procesos de resistencia contra los planes de la troika. Eso implica la realización de una huelga general continental contra los planes de austeridad, superando así las limitaciones y bloqueos interpuestos por las burocracias de las cúpulas sindicales. Sólo así, el internacionalismo proletario podrá renacer como una fuerza social y política capaz de derrotar a la troika.

Traducción Laura Sánchez

La lucha palestina en un nuevo momento


Escrito por Ronald León Núñez
Miércoles 19 de Diciembre de 2012 
La poderosa ola de revoluciones en el mundo árabe, que desde hace dos años arrasa dictaduras sanguinarias y cuestiona la dominación imperialista en aquella estratégica región, colocan en un nuevo momento y en un nivel superior la lucha histórica del pueblo palestino contra la ocupación y el genocidio impulsado por el Estado nazi-sionista de Israel y el imperialismo estadounidense.

La causa palestina es inseparable de la revolución en el conjunto de Medio Oriente y el Norte de África. La lucha heroica del pueblo palestino confluye con la de los otros pueblos en un proceso único, en el que cada enfrentamiento contra el imperialismo y sus gendarmes (Israel y las dictaduras genocidas) fortalece la lucha por la liberación del conjunto de la región.

Este es el marco político, cualitativamente diferente y favorable a cualquier otra situación en décadas, en el que asistimos a una nueva agresión genocida por parte de Israel contra la población palestina de la Franja de Gaza, donde el ejército sionista realizó intensos bombardeos aéreos y navales que asesinaron a 170 palestinos (40 de ellos eran niños), en tanto solo murieron seis sionistas.

Al asesinato masivo, como es práctica común de los sionistas, se sumaron los asesinatos selectivos de varios dirigentes palestinos de Hamás, entre ellos Ahmed Jabbari, líder de las Brigadas Ezedin al Qasam, brazo militar de esa organización. Además, fueron destruidas centenas de viviendas, edificios públicos y todo tipo de infraestructura básica.

Frente a una matanza de este tipo no es posible dejar pasar aquella afirmación, tan falsa como fuertemente difundida, de que el hecho se trató de una “guerra” en la que Israel (denominada cínicamente “la única democracia de Medio Oriente”) se defendía de los “ataques terroristas” de los palestinos. A cualquiera con alguna sensibilidad social le será posible concluir que allí no ocurrió ninguna “guerra” sino un brutal ataque genocida perpetrado por Israel contra un pueblo pobre, al que hace 64 años mantiene sobre una ocupación militar directa. Se trata de una agresión militar como las que promueven hace décadas, siendo la última en 2008, cuando en el marco de la Operación Plomo Fundido, Israel masacró a 1.400 palestinos y destruyó 15% de las casas en Gaza, con un saldo de solo 14 israelíes muertos.

Esto es así porque simplemente no existe punto de comparación entre ambas fuerzas militares. Israel es una potencia militar (y nuclear) armada directamente por el imperialismo estadounidense y los palestinos, liderados por un Hamás que si bien aumentó significativamente su poder de fuego, poseen un armamento considerablemente inferior.

El alto el fuego fue una derrota para Israel

El 21 de noviembre fue firmado un alto el fuego entre el Estado sionista y Hamás, a partir de la mediación de Mohamed Morsi, presidente egipcio y líder de la Hermandad Musulmana. El acuerdo y el destacado papel de Morsi fueron altamente patrocinados por Washington en la persona de Hillary Clinton, a quien su apoyo incondicional a Israel no le impidió determinar que, frente a un resultado político-militar imprevisible,la salida menos costosa era un alto el fuego.

La cuestión es que a Washington no se le escapa el enorme hecho de que las revoluciones árabes han cambiado sustancialmente el mapa político de la región. Estados Unidos ya no cuenta con un Mubarak, dócil marioneta de sus intereses y de los de Israel, que apoyaba todas las aventuras militares del imperialismo y el sionismo y controlaba férreamente la frontera con Gaza. Ahora el imperialismo e Israel están mucho más aislados y deben lidiar, por ejemplo, con un Morsi que, si bien es también un agente de la contrarrevolución en Egipto, no puede actuar exactamente como actuaba Mubarak, por el simple motivo de que está intentando domar una revolución en curso.

Debido a este escenario, Morsi tuvo que caminar en la cuerda floja, intentando aparecer como “amigo” de los palestinos pero sin romper con Israel y mucho menos con Estados Unidos. Es así que se limitó a realizar discursos y a tomar tibias acciones favorables a los palestinos, como manda a su primer ministro a Gaza y abrir temporalmente sus fronteras con la Franja, para no quemarse con el pueblo egipcio y con las masas árabes de conjunto, que históricamente apoyan la causa palestina y condenan las agresiones de Israel. Pero el centro de la política de Morsi fue poner todo el prestigio de la Hermandad al servicio de contener las luchas en su país y en toda la región, incluyendo la lucha palestina, a la que quiere encarrilar en los marcos de la existencia del Estado de Israel, con el cual se comprometió a mantener el tratado de Camp David que le garantiza plena seguridad.

El acuerdo de tregua con los sionistas fue presentado por Hamás como una victoria política y fue festejado no solamente en Gaza sino también en Cisjordania y varios otros países de la región como un avance sobre el ocupante sionista. Desde la LIT-CI nos sumamos a este sentimiento de la resistencia palestina y afirmamos que el alto el fuego, por el contexto en el que se dio, fue una derrota política de Israel y una victoria importante de la causa palestina.

Esto es así porque Israel no sólo no consiguió sus objetivos políticos y militares con la agresión militar a Gaza sino que profundiza su aislamiento político en la región, producto de la resistencia palestina y fundamentalmente de las revoluciones árabes.

Firmar el armisticio, para Israel, equivale a una derrota, pues tuvo que retroceder –ante la mirada del mundo–en un operativo donde, además de los bombardeos, amenazó con la movilización de más de 75 mil soldados para una “inminente” invasión por tierra a Gaza, “para destruir todo el aparato militar de Hamás”. Pues bien, Hamás no fue destruido y mucho menos fue aplastada la resistencia palestina. Los sionistas se retiraron sin con las manos vacías. Esto profundiza la derrota de 2008, cuando incluso invadiendo Gaza con tropas terrestres tampoco pudieron cantar la victoria que anunciaron.

La realidad es que todo fue empeorando para Israel. Cuatro años después de haber prometido “destruir a Hamás”, el gobierno de Benjamín Netanyahú se las tuvo que ver con que estos estaban militarmente más fuertes. En efecto, las milicias palestinas lanzaron más de mil cohetes en dirección a Israel. Algunos de estos cohetes eran iraníes, del tipo Fajr-5, que burlando los avanzados sistemas antiaéreos y antimisiles israelíes llegaron a impactar no sólo en varias zonas del sur de Israel sino que alcanzaron a detonar en Jerusalén y hasta en la mismísima Tel Aviv, algo que no sucedía desde 1970. Además del impacto de los cohetes y su enorme efecto psicológico en la población sionista, en Tel Aviv se dio un atentado, reivindicado por otros sectores palestinos, en un autobús, que dejó 17 heridos. Todo esto, fuera del aspecto netamente militar, tiene un profundo peso moral que fortalece a todos los activistas que luchan por la causa palestina.

La crisis dentro de la cúpula sionista
El gobierno sionista de Netanyahú-Lieberman-Barak tampoco consiguió su objetivo de fortalecerse políticamente de cara a las próximas elecciones convocadas en Israel para el 22 de enero. Después de retroceder y salir peor de lo que entró, Netanyahú quedó mal parado y sufrió un debilitamiento relativo ante la propia población de Israel.

Recordemos que 90% de la población sionista, como no se podía esperar otra cosa de los habitantes de un enclave militar, estuvo a favor de los bombardeos y hasta de una invasión terrestre. En este contexto, declarado el alto el fuego, 49% de los colonos israelíes expresó su rechazo a esta decisión del gobierno israelí.

El aborto de la Operación Pilar Defensivo también abrió una crisis política en las alturas del Estado sionista. Han renunciado los dos principales personajes del actual gobierno, después de Netanyahú. El primero es nada menos que Ehud Barak, ex primer ministro y hasta hace poco ministro de Defensa, que no sólo dejó el cargo sino que anunció su “retiro” de la vida política. El segundo en salir del ejecutivo sionista es Avigdor Lieberman, ministro de Exteriores y líder del partido nazi-fascista Israel Beitenu (que está coligado con el Likud de Netanyahú) quien fue imputado de los cargos de fraude y abuso de confianza.

Sin embargo, a pesar del desgaste y como expresión de lo que es la sociedad israelí, la alianza Netanyahú-Lieberman se mantiene como firme favorita en el proceso electoral.

El fortalecimiento de Hamás

Por otro lado, quien salió fortalecido fue Hamás. Basta ver el multitudinario recibimiento de los palestinos al líder de Hamás, Jaled Meshal, que pudo entrar en Gaza, después de recibir garantías del propio Estado de Israel “de que no sería asesinado”, para celebrar el 25º aniversario de Hamás y la primera Intifada, donde llamó a “liberar toda Palestina” y “no ceder un milímetro desde el río Jordán hasta el Mediterráneo”, lo cual incluye el actual Estado sionista.

Hamás es una organización palestina islámica, identificada con la Hermandad Musulmana, que no reconoce al Estado de Israel y tiene enfrentamientos militares con los sionistas. Por este motivo, es considerado por el imperialismo como una organización “terrorista”. Por este motivo y frente a los ataques de Israel y el imperialismo, es correcto y un deber aplicar una política de unidad de acción en la lucha (más aún en el terreno militar) para derrotar a Israel.

Pero esta política debe darse en el marco de mantener la más absoluta independencia de clase y del combate permanente contra la política de negociación con Israel y la dirección colaboracionista de Abbas-Fatah que viene implementando la dirección de Hamás. En estos días se ha visto un acercamiento claro entre ambas direcciones palestinas, en el marco de favorecer la retomada de las “negociaciones de paz” con el Estado sionista. Todo esto tiene que ver con el carácter de clase de Hamás (una dirección burguesa) con un programa y una estrategia de construir un Estado palestino islámico y capitalista. Por eso son enemigos mortales de la organización y la movilización independiente de los palestinos, a quienes intentan controlar de forma totalitaria, llegando a reprimir cualquier tipo de lucha popular en Gaza, incluso aquellas que se dieron para expresar solidaridad con las revoluciones dela región.

La ONU y el Estado palestino “observador”

La Asamblea General de la ONU realizada el 29 de noviembre, a propuesta de Mahmud Abbas, presidente de la Autoridad Palestina y líder de Al Fatah, concedió aPalestina la condición “Estado no miembro observador” en los territorios que Israel ocupó en 1967, tras una votación en la que 138 países se pronunciaron a favor, 41 se abstuvieron y solo 9 rechazaron la propuesta.

Desde la LIT-CI afirmamos que esta votación ni la creación efectiva –algo altamente improbable– de este mini-estado es una solución real ni mucho menos una reparación histórica que concreta las reivindicaciones nacionales del pueblo palestino, pues significaría crear un Estado inviable económica, política y militarmente en un territorio sin continuidad geográfica que representa el 22% del territorio de la Palestina histórica (en realidad en menos del 15% debido a los asentamientos de colonos israelíes dentro de Cisjordania). Sin embargo, aún en estos términos, es innegable que la votación en la ONU fue una dura derrota para Estados Unidos e Israel, que demostró su creciente aislamiento internacional y fue reflejo distorsionado de décadas de lucha y en particular de la última heroica resistencia en Gaza. Con Estados Unidos e Israel solo votaron Canadá, República Checa, Panamá, Naurú, Palau, Micronesia y las Islas Marshall.

Es por ello que miles de palestinos festejaron esta decisión y lo consideraron una victoria. Frente a la derrota, Israel comenzó sus represalias anunciando la construcción de 3 mil nuevas viviendas para colonos en la zona E-1, con lo cual Cisjordania se partiría prácticamente en dos y cortaría la continuidad territorial de norte a sur, matando de entrada cualquier posibilidad de concretar tan siquiera el mini-estado palestino. En estos días, Israel anunció otro plan de colonización con 1.500 viviendas en Ramat Shlomo, un barrio de colonos ubicado en Jerusalén Este. Los sionistas también aplicaron una dura sanción económica a los palestinos. Israel decidió confiscar cerca de 92 millones de euros, correspondientes a la cuota mensual que transfiere a los palestinos en concepto de impuestos recaudados y que el Gobierno de la ANP utiliza para pagar salarios de los funcionarios.

¡Por una Palestina Libre, Unida, Laica, Democrática y No Racista!

Los nuevos elementos de la realidad plantean nuevamente discusiones estratégicas sobre cuál es la salida definitiva para el problema histórico de la causa palestina y la paz en Medio Oriente.

En este sentido, la única salida real para la situación de permanente conflicto en la región es la construcción de una Palestina Libre, Unida, Laica, Democrática y No Racista en todo el territorio histórico de Palestina. A esta Palestina, sin muros ni campos de concentración, podrían retornar los millones de refugiados que fueron expulsados de sus casas y convivir con aquellos judíos que acepten vivir en paz e igualdad.

Pero para conquistar esto es absolutamente necesaria la destrucción completa del Estado nazi-sionista de Israel. No debe quedar ni el cimiento de ese Estado. Para entender esta salida estratégica, es necesario entender que Israel no es un estado “normal”, sino un enclave militar del imperialismo al servicio de dominar la región. Israel es un Estado racista y teocrático (por definición es un “Estado judío”) fundado en 1948 sobre la base de la usurpación de los territorios históricos y la expulsión de millones de palestinos con métodos nazistas de limpieza étnica. Por este carácter de enclave, todo en Israel es artificial. Su economía es artificial (pues depende de la financiación directa de Estados Unidos) y hasta su población es artificial (basada, como cualquier enclave, en una población trasplantada de colonos que vive de los subsidios del Estado sionista y el imperialismo).

Debido a la propia naturaleza del Estado de Israel, la solución de los “dos estados”, uno judío y otro árabe “vecinos y que coexistan en paz” no pasa de una utopía reaccionaria. Primero, porque el carácter de Israel impide cualquier tipo de negociación por más mínima que sea. El fracaso de los Acuerdos de Oslo (firmados en 1993 entre Israel y la dirección colaboracionista de la OLP-Fatah), que se demuestra en el mantenimiento y la profundización con métodos de limpieza étnica de los asentamientos de colonos sionistas en los territorios que deberían corresponder a este supuesto “estado” palestino. Segundo, porque aceptar este “estado” significaría abandonar el “derecho de retorno” de los millones de refugiados, pues sus casas y tierras continuarían estando en Israel. Desde el punto de vista militar esta salida también es inviable, pues este mini-estado estaría cercado por un enemigo infinitamente más poderoso que, en la práctica, mantendría la ocupación y el aislamiento.

En realidad, la propuesta de los “dos estados”, que defienden el imperialismo, el gobierno israelí y las direcciones traidoras y colaboracionistas palestinas como Al Fatah, no pasaría de establecer simples bantustanes al estilo del Apartheid sudafricano, es decir, zonas administradas formalmente por negros en el marco de un Estado racista dominando por los blancos.

Por todo esto, la tarea histórica de destruir el Estado de Israel, que está planteada para el pueblo palestino y todas las revoluciones árabes, en unidad con la clase trabajadora y todos los pueblos del mundo, es una tarea equivalente a la destrucción del Estado nazi alemán o del Estado del Apartheid en Sudáfrica.

¡Derrotar a Israel es posible!
Esta tarea histórica, que parecía imposible por las contundentes victorias militares israelíes hasta 1973, está planteada en la realidad, en mejores condiciones. La derrota del ejército de Israel en el Líbano, en 2006, a manos de Hezbollah, demostró que es posible derrotar al sionismo también en el terreno militar.

La ola de revoluciones que estremece el Norte de África y Medio Oriente está aislando cada vez más al enclave sionista-imperialista, pues las masas de otros países están enfrentando y derrocando dictadores que siempre fueron aliados claves para su seguridad, como Mubarak, Gadafi, Saleh y Al Assad. Fuertes luchas golpean a la monarquía reaccionaria y pro-imperialista de Jordania, el otro país con el que Israel tiene un acuerdo de paz; la revolución también toca a las puertas del Golán, hasta ahora la “frontera más segura” que es garantizada por el régimen de Al Assad. A esto se suma que, por más incursiones y ataques genocidas, Israel no consigue derrotar militarmente a Hamás y al pueblo de Gaza.

La única salida es una lucha política y militar unificada del pueblo palestino y de todos los pueblos árabes y musulmanes. En este proceso es fundamental superar a las direcciones traidoras como Al Fatah y a la dirección islámica de Hamás, que aunque no reconozca al Estado de Israel, por su carácter burgués nunca será consecuente hasta el final en su enfrentamiento con el sionismo y el imperialismo. Será en el combate a estas direcciones que el pueblo palestino podrá forjar y construir una dirección revolucionaria e internacionalista.

Pero por sobre todo, en estos momentos, apoyar la causa palestina significa apoyar de forma incondicional a las revoluciones en el mundo árabe y musulmán, pues la liberación del pueblo palestino es una lucha internacional, de todos los explotados y oprimidos del mundo. La lucha del pueblo palestino es inseparable de la lucha de los demás pueblos de la región. La lucha es una sola porque el enemigo es el mismo.

Estas revoluciones están creando una nueva vanguardia de luchadores y luchadoras jóvenes en Egipto, Siria, Túnez, Libia y también en Palestina. Por eso, para concluir, queremos hacer nuestras las palabras de dos jóvenes luchadoras por la revolución en todo el mundo árabe y por la liberación final de toda Palestina: Sara Al-Suri, revolucionaria siria y Najlaa Kaied, militante de la juventud de la ciudad de Nablus, en Cisjordania. Las dos se refirieron, en el reciente Foro Social Mundial - Palestina Libre realizado en Brasil, a la unidad de la lucha palestina con la de todos los pueblos árabes y musulmanes, especialmente a la unidad y el apoyo mutuo con la revolución siria.

En esa ocasión, Sara dijo: “La revolución siria y la lucha palestina son una sola, contra la tiranía, la opresión y el imperialismo. Como afirman los activistas sirios en sus manifestaciones: ‘existe un alma palestina en todo revolucionario sirio’”.

Najlaa fue en el mismo sentido y sentenció:

“Es verdad que muchas organizaciones políticas, en Palestina, están contra los sirios, pero esto apenas resalta la distancia de estas burocracias del sentimiento de la masa de los habitantes de Palestina ocupada que, en su amplia mayoría, se colocan al lado del pueblo sirio.
Estamos cansados de tener nuestra lucha secuestrada por asesinos y tiranos que, para mantenerse en el poder, usan la causa palestina para sus propios intereses.
Estamos convencidos de que la liberación de Palestina impregna la liberación del mundo árabe, y viceversa. Por esto, compañeros y compañeras, tenemos la tarea histórica de colocarnos al lado de todas las revoluciones árabes pues, hoy, son ellas las que sirven de incentivo a una tercera intifada del pueblo palestino. Una intifada, también, contra nuestros burócratas, que usurparon nuestra lucha para sus propios intereses.
¡Viva la revolución siria, viva la revolución árabe, viva Palestina libre!”.

Hacia allí vamos. 
 
Fuente_http://www.litci.org/artigos/39-medio-oriente/3655-la-lucha-palestina-en-un-nuevo-momento