viernes, 6 de abril de 2012

Manifiesto de la Coordinación Europea de la LIT-CI


Escrito por Coordinación europea de la LIT-CI   
Martes 27 de Marzo de 2012 
Contra la guerra social de la UE y de los gobiernos de la troika

¡Abajo los recortes y las reformas laborales!
¡Ni un euro más para los banqueros!
¡No al pago de la deuda publica a los banqueros!
¡Por un plan de rescate de los trabajadores y el pueblo!
¡Por una respuesta europea unificada frente a la guerra social
 
Los gobiernos europeos han declarado una guerra social abiertacontra los trabajadores, la juventud y los sectores populares del continente, con la finalidad de imponerles un retroceso histórico. Esta guerra social se concentra con especial virulencia en la periferia de la zona euro (Grecia, Portugal, Irlanda, España e Italia) e involucra de pleno a la UE y al euro, los instrumentos político y económico desarrollados por los imperialismos europeos al servicio de los bancos y los grandes grupos empresariales. La guerra social es la respuesta del capitalismo europeo a la crisis capitalista iniciada en 2007, una crisis que sólo puede ser comparada con la Gran Depresión, que hoy tiene su epicentro en Europa.  

La política de la UE expresa la necesidad de los imperialismos centrales, alemán y francés, de descargar en la periferia europea el peso de la crisis, con el fin de evitar que ésta alcance de lleno al centro, amenazando frontalmente sus intereses y empujando a economía mundial hacia el abismo. La política de la UE es también un instrumento básico para consolidar la hegemonía de la burguesía alemana sobre Europa. Los planes de pillaje que se abaten sobre Grecia son la avanzada de un drama que recorre toda la periferia europea.

La respuesta de los trabajadores y los sectores populares a los recortes y las contra-reformas se hace sentir en toda la periferia. Con la clase trabajadora y el pueblo griego como vanguardia indiscutida, las huelgas y las manifestaciones ganan las calles de Portugal, Italia y el Estado Español, en una onda europea que incluye a los países del Este (Rumanía), así como a Gran Bretaña y Bélgica.

En esta situación crítica, las secciones de la LITci (Liga Internacional de los trabajadores-Cuarta Internacional)   reunidas en Lisboa con ocasión del Congreso de constitución del Movimiento Alternativa Socialista (MAS), nos dirigimos fraternalmente a la vanguardia militante europea para presentarle nuestra visión sobre la actual crisis y las alternativas que están planteadas.

La Unión Europea y el euro: armas de guerra contra los trabajadores y los pueblos
 
La constitución de la Unión Europea y la posterior creación del euro, culminando una larga evolución que data de finales de la II Guerra Mundial, expresaban la necesidad de los imperialismos centrales europeos de contar con los instrumentos que les permitieran lograr un doble objetivo: el primero, poner en marcha un plan unificado para barrer las conquistas alcanzadas por la clase trabajadora europea en el período de  posguerra y hacer así del continente “la región más competitiva del mundo”. El segundo, inseparable del anterior, presentar un frente común para disputar al imperialismo norteamericano su parte del botín en el saqueo del mundo, enfrentando al mismo tiempo a los “países emergentes”. La UE, cuyo corazón es la zona euro,  no era, sin embargo, ningún Estado unificado sino un bloque regional imperialista de Estados, con un núcleo duro formado por el capitalismo alemán y francés (asociados a la vieja potencia británica, con sus intereses específicos en torno a la City y sus “relaciones especiales” con EEUU). Alrededor de dicho núcleo se agruparon imperialismos de segunda y tercera división, como Italia, el Estado español, Portugal o Grecia y, en una segunda corona, los países del Este, “anexionados” tras el proceso de ampliación y sometidos desde bien temprano a un proceso de recolonización por parte, ante todo, del capitalismo alemán.

El euro fue, desde su creación, un instrumento fundamental para lograr la hegemonía alemana sobre Europa. Sirvió para afirmar la preponderancia, en primer lugar, de la industria alemana, cuyas exportaciones a la periferia  se multiplicaron, en paralelo a la desindustrialización de ésta, cuyos grandes déficits comerciales eran ampliamente financiados con los excedentes de capital de  los bancos alemanes y franceses, que tampoco dudaron un instante en alimentar generosamente procesos especulativos como la enorme burbuja inmobiliaria española.

Conforme este proceso se desarrollaba y la periferia se sumergía en un mar de deudas, su banca y sus finanzas -dependientes de la financiación alemana y francesa- conseguían beneficios récord y afirmaban su predominio, junto a sectores como la construcción o la energía, que no representaban riesgo al dominio exportador alemán. Esta burguesía parasitaria de la periferia se convertía así en beneficiaria y agente del sometimiento a los imperialismos centrales.
 
El endeudamiento de las economías europeas y, en particular, de la periferia,  disparado a partir de la implantación del euro en 2000, formaba parte del proceso general de endeudamiento privado y especulación que se desarrollaba a escala mundial, con epicentro en el sistema financiero norteamericano (subprimes). Cuando la ola de endeudamiento general ya no bastó para prolongar la crisis de sobreproducción y la crisis capitalista finalmente reventó en 2008, los Estados salieron en masa a salvar a los banqueros y a los grandes capitalistas y dio comienzo la mayor guerra social contra la clase trabajadora y los sectores populares desde los años 30 del siglo pasado. En Europa, con la deuda privada de los bancos convertida en deuda pública y con la periferia fragilizada y masivamente endeudada, la crisis capitalista tomó a partir de 2010 la forma de crisis de endeudamiento público. La crisis de la deuda pública se ha convertido así en la gran justificación de la guerra social y  en el instrumento privilegiado del capital financiero para apropiarse de la riqueza a costa del empobrecimiento masivo de los pueblos. Es, al mismo tiempo, el arma para someter a los países de la periferia a los capitalismos centrales, en particular al alemán.

Deuda pública, recortes, contrarreformas y neocolonización
 
Los recortes criminales en los presupuestos públicos conllevan el desmantelamiento y privatización de los servicios públicos básicos de sanidad, educación, del sistema de pensiones y el aumento vertiginoso de la pobreza, mientras el desempleo (empujado por la recesión que los planes de austeridad acentúan) avanza disparado, alcanzando millones de hogares. Los recortes en los servicios públicos van de la mano de los planes de privatización del patrimonio nacional que aún permanecen en manos públicas. Y como parte inseparable del paquete, las contrarreformas laborales, que en Grecia, el Estado español, Portugal o Italia, liquidan la negociación colectiva y entregan  a los trabajadores a la arbitrariedad patronal, con todas las facilidades para despedir con costes ridículos y los medios para aplicar una reducción general de los salarios.

La salida burguesa de la crisis capitalista implica este aumento brutal de la explotación, en particular de la periferia del euro, con una plusvalía que debe ser drenada hacia los bancos franceses y alemanes, en un festín macabro en el que participan como cómplices y socios menores los bancos y grandes empresarios del país. Pero poner a los países de la periferia volcados al pago de la deuda exige su control político. Este proceso, que es parte constituyente de la ofensiva capitalista, viene ahondándose desde el estallido de la crisis de la deuda. En realidad, es ya algo evidente en Grecia,  que vive la degradación de su status nacional: de socio menor de los imperialismos centrales a la condición de neocolonia. Este movimiento, que tiene ritmos desiguales según los países, afecta a toda la periferia y es inseparable, además, de los procesos de bonapartización del régimen político, donde los gobiernos  se someten directamente a la UE, tienden a autonomizarse de las mayorías parlamentarias y a apoyarse crecientemente en el aparato de coerción estatal, extendiendo las medidas de represión y de restricción de derechos democráticos.

El saqueo de la periferia es inseparable de los instrumentos con que la burguesía europea lo lleva a cabo: la Unión europea y el euro, ahora reconfigurados alrededor de la “Unión fiscal”, votada a instancias de Angela Merkel, que acaba con la soberanía presupuestaria de los Estados de la periferia[1].

El proyecto del euro no está en discusión para los imperialismos centrales, aunque Grecia o incluso Portugal acaben fuera del mismo. El euro fue un paso significativo en la constitución de la hegemonía alemana sobre Europa y sigue siendo una pieza clavepara asegurarla y para competir con EEUU y Japón.

La burguesía de la periferia, dominada por las finanzas, no tiene reparo en colaborar en el proceso de sometimiento de sus países a los dictados del capitalismo alemán y francés, para poder así participar de la rapiña del capital imperialista alrededor del mundo. Son  los carroñeros de los grandes predadores.

Estamos en la cúspide de un largo proceso histórico de decadencia de las burguesías de la periferia europea. La UE y la moneda única fueron la ilusión para volver a su pasado imperialista y colonial, mientras el endeudamiento parecía ser el pasaporte de entrada en el club de los grandes.  Pero la crisis puso un final abrupto a las ilusiones. Las burguesías de la periferia europea ya no tienen margen de maniobra, su endeudamiento se ha convertido en su principal problema y está obligada a imponer un retroceso histórico a las conquistas sociales. Ahora, si quieren seguir como socios menores de los imperialismos centrales, aún con ritmos distintos, deben entregarles el país y asegurar que una parte mayor de la riqueza nacional vaya a manos de la banca alemana y francesa. Ese es el precio a pagar para seguir en el club. Por eso, no hay lucha posible contra el imperialismo alemán que no incorpore la lucha contra las burguesías de la periferia de Europa. 

Para los trabajadores, los sectores populares y la juventud de la periferia, no hay ninguna perspectiva de futuro en la UE y en el euro. Los gobiernos al servicio de la banca y de la UE,  sean de la derecha o de la socialdemocracia, dicen que “no hay futuro fuera de la UE” y que “salir del euro es el caos”. Pero el “caos” es el desempleo en millones de hogares; son los despidos y los cierres de empresas; es no poder llegar a fin del mes con salarios y pensiones miserables; son las escuelas sin calefacción y con profesores con salarios recortados y cada vez mas precarizados; es el deterioro general de la sanidad pública o el tener que pagar para ser atendido en un hospital. Así, de la misma manera que mantenerse en la UE y en el euro es una necesidad de las burguesías decadentes de la periferia, para la inmensa mayoría equivale al empobrecimiento y la ruina social.

Intentan hacer pagar a los trabajadores y a los sectores populares la permanencia en el euro y la UE con inmensos sufrimientos. Y no obstante, sectores importantes de la patronal y del gobierno alemán se muestran ya claramente partidarios de la salida de Grecia y Portugal de la moneda única. Su problema sería, en verdad, el cuándo y el cómo: no quieren antes de consumar el pillaje, pero sobre todo deben hacerlo de forma “ordenada” y controlada, pues no pueden permitirse un contagio que arrastre a Italia o al Estado español y haga explotar la zona euro, provocando un tsunami financiero de alcance europeo y mundial.

Se acabó la etapa del estado del bienestar
 
No estamos ante un cambio más, sino ante un proceso de cambio cualitativo de las relaciones entre las clases dentro de cada país y de las relaciones entre los países europeos entre sí. Un cambio en el que deuda pública, recortes, contrarreformas y neo-colonización de la periferia forman un cuarteto inseparable con el que los imperialismos centrales europeos quieren asegurar su hegemonía y fijar las bases para competir con el imperialismo norteamericano.

No hay opción de vuelta atrás al viejo escenario anterior a la crisis. Sea cual sea el desenlace del proceso en curso, el Estado del Bienestar se acabó, del mismo modo que  se terminó la UE anterior a la crisis. Ahora una parte importante de la riqueza nacional de la periferia no podrá ser repartida y debe ser expatriada en beneficio de los imperialismos centrales. Ya no va a ser posible mantener la paz interna entre las clases con ayuda de presupuestos públicos que distribuyan salario indirecto (educación, sanidad, pensiones) entre la mayoría de la población. En este contexto, las victorias parciales de los trabajadores ya no van a dar lugar a conquistas estables y sólo pueden ser antesala de batallas más encarnizadas. El desenlace último será o bien un retroceso histórico de la clase obrera europea en el cuadro  de  una UE hegemonizada por el imperialismo alemán o bien la ruptura con la UE y el euro y la apertura de una vía internacionalista revolucionaria.

La socialdemocracia y las burocracias sindicales
 
Para avanzar en la lucha por mantener sus conquistas y enfrentar a los gobiernos, los trabajadores tienen un gran obstáculo a enfrentar, que son los partidos socialdemócratas griego, español, portugués o italiano, que desde el gobierno no han dudado en aplicar los planes de la UE y los banqueros y que, después, desde la oposición, hacen frente común y no obstaculizan realmente los gobiernos de derecha o "técnicos" que los han sustituido y que son ahora los responsables de imponer los planes de saqueo y empobrecimiento.
                                                                                                
Un gran desafío que tenemos por delante es superar la enorme traba impuesta por las burocracias sindicales. Cuando  la ferocidad de los ataques exige una respuesta general unificada en cada país, en la periferia y a escala europea, estas  burocracias, organizadas en la CES, se limitan a negociar,  país por país,  la intensidad de los ataques, convocando movilizaciones que no cuestionan a los gobiernos y ni siquiera se plantean el objetivo derrotar las reformas laborales y echar atrás los “planes de austeridad”.  En realidad, jamás han cuestionado el pago de la deuda pública a los bancos, ni la política de austeridad como tal, ni mucho menos aún la pertenencia al euro y a la UE, de la que son abanderados. Su oposición se  limita a pedir que  los recortes sean más suaves y a solicitar una reforma fiscal. Su verdadera preocupación es negociar la continuidad de sus propios privilegios, ahora directamente atacados o, en cualquier caso, disminuidos y amenazados por las reformas y los recortes.

En este momento, nuestros países viven un complejo, rico y desigual proceso de reorganización frente a la burocracia sindical. Este proceso se expresa, en algunos casos, en la formación de organizaciones sindicales alternativas, en otros casos, en oposiciones sindicales y, en el caso de Grecia, en comités electos y movimientos de coordinación desde la base. Desarrollar este proceso exige no solo romper con los viejos y carcomidos aparatos burocráticos sino, más aún, unificar todo este movimiento de oposición a la burocracia  bajo las banderas de la independencia de clase y de la democracia obrera, superando todo sectarismo de aparato y avanzando hacia la construcción de un sindicalismo combativo y de masas que sea una alternativa al control de las burocracias.  Esta lucha va a exigir una adecuada combinación entre la denuncia de la burocracia sindical y su emplazamiento ante los trabajadores a que asuma su responsabilidad  en la lucha.

No es justificable la negativa de la burocracia sindical a la convocatoria urgente de jornadas unitarias de huelga y de lucha a escala de la periferia del euro y europea. No se puede entender cómo, ahora mismo, pueden estar convocadas dos huelgas generales, una en Portugal y otra en el Estado español, con una semana de diferencia. La principal fuerza de nuestros enemigos es precisamente nuestra división país a país, mientras ellos están unidos y disciplinados por la UE. No podemos derrotar sus planes sin unir internacionalmente nuestras fuerza, del mismo modo que no hay “salidas nacionales” a la crisis. Por eso es fundamental acompañar todo este movimiento con  pasos efectivos en la coordinación del sindicalismo combativo europeo.

La izquierda europea y el programa ante la crisis
 
El cruce de caminos de la historia de Europa también pone a prueba a las organizaciones políticas de la izquierda. Los “europeístas”, como el Bloco de Esquerda de Portugal, no consideran otra opción que mantener el pago de la deuda a los banqueros, eso sí, convenientemente “reestructurada”. Según Louçã, el principal dirigente del Bloco, permanecer en el euro y en la UE es algo irrenunciable y, sobre esa base, hay que negociar el tamaño de la austeridad. Esta posición es coincidente con la del PC portugués que, a su vez, dirige la burocracia sindical de la CGTP. Pero Louçã vive en un continente que sólo existe en sus sueños, porque la Europa de verdad, la UE,  no admite negociación alguna sobre el Estado de Bienestar en la periferia. Esta política del Bloco, y del PCP, mantiene a los trabajadores pegados a su burguesía y a la UE y sin alternativas frente al empobrecimiento y el expolio. Una política similar es defendida en Grecia por Syriza[2] , que también dice que  hay que “reestructurar la deuda”, es decir, reducirla, abaratarla y alargarla…para seguir pagando.

Estos partidos se niegan  a plantear el no pago de la deuda y también rechazan hasta la inmediata suspensión del pago de la deuda pública,  pues son conscientes de que ello arrastraría a la salida del euro y a la ruptura con la UE,  lo que, desde su punto de vista, equivale a la ruina completa del país. Pero esta es una política ciega y suicida, que hace el juego al imperialismo alemán y francés. Porque todos saben que la deuda griega, o la portuguesa, son simplemente impagables y  que la UE sólo busca el saqueo del país. Mientras Grecia y Portugal se  hunden aceleradamente, estos partidos se dedican a alertar sobre su hundimiento y a proponer como solución hacer más cómodo el tamaño de la soga de la que cuelgan los trabajadores y los sectores populares.  

El partido de la Refundazione Comunista italiano se limita a una crítica chovinista al gobierno Monti por haber “cedido soberanía a Alemania”, pero Monti también representa al imperialismo italiano, que es cómplice necesario de Angela  Merkel. La intención de los dirigentes de Refundazione es volver por la tercera vez al gobierno con la misma burguesía imperialista italiana que hoy sostiene Monti.

En cuanto al NPA francés, su candidato a la presidencia, Philipe Poutou, afirma: "creemos que la única manera de poner fin a los dictados de la rentabilidad y la competitividad [de la UE] es la construcción de una Europa de los pueblos. El verdadero problema no es si estamos ‘a favor’ o ‘en contra’ de Europa"[3]. Pero no vale hacer trampa. El problema no es si estamos ‘a favor’ o ‘en contra’ de Europa en general, sino de la Europa particular y concreta que hoy existe, esa Europa imperialista que es la Unión Europea, instrumento de opresión y colonización de los pueblos de Europa al servicio de los imperialismos centrales. 

A los trabajadores griegos, portugueses,  italianos o del Estado español no se les puede decir que hace falta “una ruptura económica y social con el sistema capitalista” en general y dejar de lado el problema real del pillaje de sus países a través de la UE y del euro. No se puede hablar de  política anti-capitalista en serio si se elude el enfrentamiento con la forma concreta en que la burguesía europea golpea a la clase trabajadora y los pueblos de Europa.

El programa de Philipe Poutou es el del NPA y el del Secretariado Unificado afirma: “En Europa, la respuesta a la crisis no es el proteccionismo nacionalista y la salida del euro. Eso llevaría a una competencia exacerbada entre los países europeos y a nuevos ataques contra los pueblos (…)  por no mencionar el desarrollo de los movimientos chovinistas y xenófobos. La respuesta que se necesita es una Europa, social, democrática y ecologista,  que rompa con las políticas e instituciones europeas[4].
 
Por supuesto, no podemos sino concordar con el rechazo al proteccionismo nacionalista,pero no estamos de acuerdo en que, de nuevo, se haga  trampa. Porque lo que están defendiendo de verdad el NPA y el SU es que no hay más opción a la ruptura con el euro y la UE que el proteccionismo nacionalista burgués. Y esto no es verdad. Este dilema es efectivamente el de las burguesías europeas, en particular las de la periferia, pero no el de la clase trabajadora y la  izquierda. La burguesía y los gobiernos de la periferia amenazan, un día sí y otro también, con que la salida del euro equivale a precipitar a los países en el abismo. Pero lo único seguro es lo contrario: los planes a los que condicionan la permanencia de los países de la periferia en el euro y la UE son la condena segura de  los trabajadores y los sectores populares al empobrecimiento y la ruina social.

Poutou dice que las medidas necesarias para que los trabajadores no paguen por la crisis del capital son las que abren el camino a “una ruptura económica y social con el sistema capitalista”, pero eso significa romper con la UE y el euro, eso sí, en el marco de una salida internacionalista a la Europa del capital.

El NPA, con esta política, acaba entregando a la ultraderecha del Front National la bandera de la ruptura con el euro y la UE, ya que no deja sino dos opciones: quedarse en el euro y la UE (justificándolo con una retórica cada vez más hueca acerca de un pretendido proceso constituyente que  reformaría unas instituciones irreformables y armonizaría socialmente la UE por arriba) o abrir el paso al Front National y su política xenófoba. Pero el NPA deja de lado otra alternativa, en realidad  la única que puede ofrecer una salida favorable a la crisis histórica del capitalismo europeo: romper con el euro y la UE, demoler este engendro antidemocrático y antisocial del capital financiero que es la UE y levantar la bandera de la solidaridad internacionalista y de la lucha por una nueva Europa, la de los trabajadores y los pueblos, la de los Estados Unidos Socialistas de Europa.
 
Un programa frente a la catástrofe
 
La solución para detener la catástrofe que asola Grecia y se abate sobre la clase obrera, la juventud y las clases medias de los países de la periferia, sólo es posible rompiendo con la sangría y el pillaje de los países y uniendo fuerzas. La lucha inmediata es, por supuesto,  echar atrás los recortes, las reformas de las pensiones y laborales, conscientes de que elloexige unificar las luchas en cada país y ofrecer una respuesta común en toda la periferia europea.
 
Pero parar la sangría exige como medida imprescindible e imperiosa el No pago de la deuda a los banqueros y fondos especulativos. Ningún euro de los presupuestos públicos debe ir a los banqueros sino a las necesidades sociales! Es urgente unir en cada país y coordinar en toda la periferia europea, a todas las fuerzas dispuestas a luchar por ello, con el fin de convertir esta exigencia en un gran movimiento de masas

Los tertulianos a sueldo del capital agitan en los medios de comunicación con el argumento de que esta medida llevaría a una quiebra catastrófica  de los bancos y, tras ellos, de la economía. Pero eso tiene una respuesta sencilla: hay que estatizar los bancos (expropiando a los grandes accionistas e inversores), unificarlos y ponerlos bajo control de los trabajadores y las organizaciones populares, salvaguardando los depósitos de los pequeños ahorradores y poniendo el crédito al servicio de reorganizar la economía en beneficio de la inmensa mayoría.

No  hay cómo conciliar las necesidades básicas de los trabajadores y el pueblo  y el “rescate” de los bancos. Toda medida seria para rescatar a la población  trabajadora chocará directamente con las necesidades vitales de las burguesías de la periferia y los imperialismos centrales. Por ello la salida del euro y la ruptura con la  UE emerge como una necesidad política inmediata si de lo que se trata es de rescatar a los trabajadores.

Sabemos que el país que tome este camino se va a enfrentar a un boicot despiadado para hundirlo. Por eso, como medidas elementales de autodefensa y como medio necesario para organizar adecuadamente su economía, deberá establecer el monopolio estatal sobre el comercio exterior y el pleno control de los movimientos de divisas, así como nacionalizar las empresas estratégicas, poniéndolas bajo control de los trabajadores. De la misma manera, para asegurar el trabajo para todos y acabar con la precariedad laboral, deberá repartir el trabajo entre todos  (escala móvil de horas de trabajo),  poner en marcha un amplio plan de obras públicas y reorganizar la industria y los servicios.

La crisis griega, como avanzada de las crisis de la periferia, muestra que la única clase que puede impedir la bancarrota del país, parar la profunda deriva antidemocrática e impedir el pillaje del país, es la clase trabajadora. Pero ello exige acabar con el gobierno títere de la UE y sustituirlo por un gobierno de los trabajadores y el pueblo,  apoyado en las organizaciones que sustentan la movilización en las empresas y en las plazas. Sólo un gobierno así puede  tomar las  medidas necesarias que  hemos explicado.

Esto no es, por lo demás, una alternativa limitada a Grecia. La lucha y el triunfo en un país, desde una perspectiva histórica, no es sino una solución provisional, porque sin la solidaridad internacionalista de los trabajadores del continente y del mundo, cualquier movimiento revolucionario está condenado al fracaso. Por otro lado (a diferencia de lo que proclama el KKE - partido comunista griego), no hay posibilidad material alguna de construir el socialismo si no lo hacemos a escala europea y, más  allá todavía,  a escala mundial. De ahí la necesidad vital de recuperar la perspectiva de la lucha por los Estados Unidos Socialistas de Europa, retomando la bandera de la III Internacional antes de caer bajo las botas de Stalin.

Este es el compromiso de las organizaciones europeas de la Liga Internacional de los Trabajadores (LIT-CI), es la lucha que queremos llevar juntos, codo a codo  con a los militantes y activistas. Es decir llamamos a los trabajadores, la juventud y el pueblo a luchar por una salida obrera a la crisis que exige plantear la cuestión del poder para la clase obrera. Es en esta lucha que queremos construir nuestras organizaciones y reconstruir la Internacional revolucionaria que necesitamos como el aire que respiramos.

Marzo 2012
 

[1] a) habrá sanciones automáticas a todos los países que sobrepasen el límite de déficit público fijado; b) el Tribunal de Justicia europeo podrá multar a los Estados que no aprueben las leyes que garanticen el pacto presupuestario; c) el Eurogrupo (consejo compuesto por los ministros económicos) tendrá la última palabra sobre los presupuestos de los Estados, que antes de ir a los parlamentos, pasarán por la criba de Alemania; d) la Comisión europea dictará las líneas de política económica a los gobiernos
 
[2]SYRIZA (“Coalición de la Izquierda Radical”) frente electoral lanzado en 2004 y compuesto por varias organizaciones de la izquierda griega y personalidades políticas. La principal organización es Synaspismos (SYN- Coalición de la Izquierda de los Movimientos y Ecología). Tiene nueve diputados en el parlamento.

[3]http://poutou2012.org/L-Europe-fragilise-t-elle-ou

[4] Informe aprobado por el Comité Internacional del Secretariado Unificado. 22 de febrero de 2011. Las negritas son nuestras.

Armar a los revolucionarios para derrocar a Bashar y retomar las colinas del Golán





Escrito por Mohamed El-Kadri   
Martes 03 de Abril de 2012
Hace un año, el 15 de marzo, comenzó la revolución siria. Inspirada en las revoluciones tunesina, egipcia y libia, la población de Deraa salió a las calles para protestar contra el apresamiento de niños que, supuestamente, pintaron un muro para exigir reformas. La respuesta del dictador Bashar fue rápida y cruel. Comandada por su hermano Maher, la cuarta división asesinó a disidentes, sofocando las protestas en Deraa.

Sin embargo, la revolución se radicalizó y se nacionalizó. Todo el viernes fue la misma cosa. De Deraa a Idlib, pasando por Hama y Homs, y de Deir el Zour a los suburbios de Damasco, el pueblo salió a las calles cantando: “Desaparece Bashar”. Se formaron los Comités de Coordinación Local en varias ciudades, villas y barrios. En todas las manifestaciones hay cristianos, drusos, curdos, ismaelitas y alauitas, junto a sunitas que cantan: “Uno, uno, uno, el pueblo sirio es sólo uno”.

Las vísperas del Ramadan, las movilizaciones en Hama llegaron a 500 mil personas. Durante el Ramadan, temiendo que las movilizaciones semanales se convirtiesen en diarias, Bashar atacó Hama, matando cientos de sirios.

Aún así, las movilizaciones continúan en varias ciudades. La economía está casi paralizada. La producción agrícola se desplomó, la inflación es de 20% al año, y la libra siria cayó a la mitad frente al dólar, en un año. Los soldados se niegan a atacar a los manifestantes y desertan. Surge el Ejército de Siria Libre.

Ahora Bashar realizó otra masacre ejemplar. Por tres semanas atacó barrios de Homs, arrasando Bab Amr Homs, esa ciudad maravillosa, que tiene un alto grado de organización. El periodista Nir Rosen, de Al Jazeera, describe, en un artículo: “El Consejo Revolucionario de Homs fue formado en setiembre. El tiene comités de seguridad, medios, manifestaciones, asistencia médica, ayuda humanitaria y asuntos legales. En enero, ellos alimentaban a 16 mil familias en toda la provincia. Se eligió a su dirigencia y vive clandestinamente”. Eso muestra que la revolución no es una creación extranjera, como dice Bashar, sino una verdadera revolución popular, con líderes en cada ciudad siria.

La masacre en Homs y en otras ciudades pone en primer plano la necesidad del armamento para se defender de la violencia del régimen.

El mismo periodista de Al Jazeera escribe: “La insurgencia siria no está bien armada, ni bien financiada”. Los revolucionarios compran sus armas de contrabandistas que las traen de Irak, Líbano y Turquía. O, incluso, de integrantes del propio ejército sirio. Pero, eso no es lo suficiente para enfrentar a Bashar. La mayor parte del financiamiento viene de sirios viviendo en el exterior.

La intervención extranjera no es una solución. Si la revolución avanza, es posible que el imperialismo o la Liga Árabe intervengan. Pero, el objetivo de ellos no es fortalecer la revolución, sino paralizarla y destruirla. Los países imperialistas quieren defender sus intereses económicos y políticos, que están amenazados por la revolución. La Liga Árabe teme que una victoria de la revolución alimente movimientos semejantes en sus países.

La propuesta de la Liga Árabe, apoyada por Estados Unidos y los países europeos, es que Bashar se aleje del gobierno y su vice asuma, negociando con la oposición. Ahora, el régimen no es sólo Bashar, sino la banda que está con él. En esa propuesta de las dictaduras árabes, Maher Assad, el asesino hermano de Bashar, continuaría al frente de la cuarta división del ejército.

Hasta el momento, las potencias imperialistas no quieren intervenir, ni las dictaduras árabes. Esa es la conclusión del sociólogo Immanuel Wallerstein: “Por más que sea elevado el volumen de la retórica y por más terrible que sea la guerra civil, nadie quiere realmente que Assad salga. Arabia Saudita, Estados Unidos, Israel, Turquía y Francia, ninguno de esos países quiere intervenir directamente en el conflicto sirio”.

La solución es exigir que todos los países proporcionen armas para que los revolucionarios sigan la lucha. El pueblo sirio tiene el derecho de decidir democráticamente el rumbo de su país y de armarse. Con armas, el ejército se va a dividir, y la revolución va a vencer.

La revolución en Siria sólo va a estar completa con la caída de Bashar y de las élites dominantes, y con la recuperación de las colinas del Golán. Los revolucionarios tienen que declarar, desde ya, que no van a colaborar con Israel, como Bashar ha hecho. La recuperación de las colinas será un golpe contra Israel y va a fortalecer la lucha de los palestinos. ¡Revolución, hasta la victoria siempre!

Nacionalistas e “izquierdistas” apoyando a la dictadura

Bajo el alegato de que se ubican en defensa del pueblo sirio, líderes nacionalistas como el presidente Chávez y Fidel Castro, juntamente con Hezbollah y los partidos comunistas en todo el mundo, en la práctica están apoyando la dictadura de Bashar.

Al inicio, decían que el régimen de Baath era antiimperialista. Pero, ¿cómo explicar que ese régimen mandó 5 mil soldados para combatir a Saddam Hussein junto a Estados Unidos y a las potencias europeas en la primera guerra del Golfo? ¿Cómo explicar la invasión del Líbano en 1976, atendiendo un pedido de Kissinger para atacar al Movimiento Nacional Libanés, liderado por Kamal Jumblatt, con la participación de la OLP (Organización por la Liberación de Palestina), de los chiítas, de los sunitas y de los varios partidos comunistas, que estaban a las puertas de tomar el poder en Líbano contra las fuerzas fascistas de la Falange? ¿Cómo explicar la pasividad del régimen sirio frente a la ocupación de las colinas de Golán por Israel? Hoy, la frontera con Siria es la más segura para Israel.

Escribe Immanuel Wallerstein: “Siria ha sido un vecino árabe relativamente tranquilo, una isla de estabilidad para los israelíes. Sí, los sirios ayudan a Hezbollah, pero Hezbollah también se ha mantenido calmado”. El concluye: “¿Por qué los israelíes querrían correr el riesgo de una turbulenta Siria post baathista? ¿Quién asumiría el poder? ¿No querrían reforzar sus credenciales ampliando la Jihad contra Israel? Y la caída de Assad, ¿no avalaría la estabilidad relativa de la que parece ahora disfrutar el Líbano? ¿El resultado no acabaría por ser una renovación del radicalismo de Hezbollah? Israel tiene mucho que perder, y casi nada por ganar, si Assad cayera”.

Otro argumento de los colaboradores de Bashar es que Siria apoya a los palestinos. Todos conocen la famosa frase de Yasser Arafat sobre el régimen sirio: “Assad fi Lubnan wa arnab fi jaulan” -Assad es un león en Líbano (contra los palestinos) y un cordero en las colinas del Golán (contra Israel). El régimen sirio nunca reconoció a la OLP y ayudó a expulsarla del Líbano, en 1982. Los palestinos saben de eso. Muchos luchadores pasaron por las prisiones del régimen sirio. Muchos palestinos no apoyan a Bashar. Ismail Hanieh, de Hamas, declaró: “Un pueblo que lucha por libertad y justicia contra la ocupación sionista de Palestina, jamás podría apoyar a un régimen que mata a su pueblo que pide libertad y justicia”. Cien intelectuales palestinos hicieron un manifiesto apoyando la revolución en Siria. Y el periodista Nir Rosen, de Al Jazeera, informa en dicho periódico que varios grupos palestinos están ayudando a la revolución dentro de Siria.

Por último, la llamada injerencia extranjera del imperialismo y de las dictaduras del Golfo, en Siria. En primer lugar, los colaboradores de Bashar no hacen mención a la interferencia de Rusia y de Irán, que han dado asistencia logística al régimen. En segundo lugar, si Estados Unidos, Europa y la Liga Árabe hubiesen intervenido, Bashar ya estaría depuesto. Ellos no darán ni lo mínimo, que son armas, para el pueblo sirio, para defenderse de la dictadura. Por eso, Bashar masacra al pueblo sirio impunemente, como hizo en Bab Amr.

Para terminar, un llamado, en particular a Hezbollah. Ustedes conocen lo que fue la ocupación siria en el Líbano, por 30 años. Ustedes saben que, a la primera oportunidad, Bashar va a negociar con Israel y entregar a Hezbollah como moneda de canje. Ustedes saben de las masacres que Bashar está haciendo contra su pueblo, y hay miles de refugiados en el Líbano. Es hora de cambiar de posición. Hezbollah tiene que seguir el ejemplo de Hamas, romper con Bashar y apoyar la revolución. Ese es el camino de la liberación del mundo árabe frente a Israel y al imperialismo.

Fuente: Al Thawra nº 1, marzo/abril 2012

Traducción Laura Sánchez