miércoles, 7 de julio de 2010

La izquierda argentina y la nueva central (parte I)

Escrito Frente Obrero Socialista (FOS)

El Conclat y la fundación de la nueva central provoca interés en el activismo obrero. Iniciamos una series de notas para comprender y extraer sus enseñanzas.

Ante la ruptura de la Intersindical en el Conclat realizado en junio, distintos partidos de izquierda divulgaron -casi en tono de festejo- que el Congreso de la Clase Trabajadora (Conclat) había “estallado”, responsabilizando al PSTU de lo que en verdad fue una decisión tomada a último momento por la mayoría de la Intersindical: retirarse al perder la votación sobre el nombre de la Central.

Lo más increíble no fue la divulgación y la interpretación equivocada, sino el rol rupturista que jugaron algunos de esos sectores, que habían sido “invitados” a un Congreso que pretendía unir lo más ampliamente posible los distintos sectores de izquierda del movimiento sindical brasileño. Eso hicieron Izquierda Socialista y el MST, organizaciones relacionadas con corrientes que actúan en el PSol de Brasil y en la Intersindical, y cuyas delegaciones jugaron un papel en la división.

El rol negativo de estas delegaciones argentinas fue tan evidente que en la vanguardia de Brasil ya hay un chiste sobre el peligro de que el “virus” de la izquierda argentina “contamine” la reorganización allá. ¿Es exagerado este chiste?

Las explicaciones del MST e IS

Dice el MST: “Lamentablemente el curso del Congreso, (…) mostró que en los puntos clave no había suficiente consenso. El PSTU, mediante una mayoría numérica (compuesta por toda su militancia gremial y estudiantil) quiso imponerle a otros sectores cuestiones con las que no acordaban y así hizo estallar la reunión”.1

IS va en el mismo sentido: “El sector de Conlutas, que tenía una leve mayoría en el congreso, insistió en poner a votación el nombre Conlutas-Intersindical, pese a que ésta última se negaba rotundamente a que se incluyera su nombre.” (...)“Pero el sector orientado por el PSTU se negó, buscando imponer su mayoría circunstancial”. “Forzada la votación, el 40% se retiro del congreso.”… “No se rompe por el nombre, sino por la autoproclamación del PSTU. Parece increíble que se haya roto y frustrado esta unidad por el tema del nombre”.2

Para IS y el MST “… lo correcto es funcionar por acuerdos y consensos en temas como el nombre. Y explican: “La democracia obrera se debe aplicar, centralmente, para decidir sobre el accionar en la lucha de clases …”

Estas explicaciones tergiversan la realidad y reflejan una concepción aparatista y burocrática, ajena a la clase obrera y su democracia, que guió su desempeño en el Conclat.

¿Qué fue el Conclat?

El proceso se inició a partir de dos seminarios nacionales y 23 provinciales, se “consensuó” -se acordó- que un verdadero Congreso resolvería las diferencias por votación de los delegados en base a las tesis publicadas.

Luego de un largo proceso de debate, los delegados fueron elegidos en asambleas convocadas por los sindicatos, oposiciones sindicales, y organizaciones del movimiento popular urbano y campesino. El número de delegados era proporcional al de trabajadores en la base. Y a su vez eran elegidos proporcionalmente a los votos que tenian las distintas tesis presentadas.

Tesis y delegados fueron votadas en cientos de asambleas obreras, con decenas de miles de trabajadores. Se acreditaron casi 3.200 delegados que representaban en promedio mil trabajadores de base cada uno. De ellos, 2.000 delegados venían del Conlutas, alrededor de 1.000 de la Intersindical y el resto de otras organizaciones.

No tiene nada que ver con algunas experiencias argentinas, como los Encuentros varios que llama uno u otro partido, donde predominan los militantes y los “consensos” entre corrientes.

¿Qué había detrás de la búsqueda de “consenso”?

Repetimos: hubo un acuerdo entre la Conlutas y la Intersindical y todos los convocantes que el Conclat resolvería por voto, en base a los mandatos que traían los delegados. Las diferencias sobre carácter y nombre de la Central eran conocidas, estaban escritas y las asambleas previas se pronunciaron sobre eso.

Pero la Intersindical rompió ese acuerdo en el Conclat mismo, en la medida que perdía las votaciones, y se retiró. Si no estaban de acuerdo en utilizar el criterio de democracia obrera, simplemente debieron decirlo antes. En ese caso, en lugar de un verdadero Congreso obrero, se hubiera hecho otro tipo de evento que funcionara en base al consenso: un foro, una coordinadora o algo semejante.

No aceptaron la democracia obrera como criterio de definición de todos los temas. Y se pretende “consenso”, donde la minoría imponga sus condiciones. Esos son los hechos. De nada sirven las acusaciones de “autoproclamación” del PSTU, y sus intentos de “imposición”. Son los argumentos de las sectas y aparatos que tienen poco que ver con la clase obrera, con su infantilismo de izquierda e irresponsabilidad típica.

Por último, caracterizar la mayoría de los delegados que defendían las tesis de los sindicatos “influenciados por el PSTU” como una “mayoría circunstancial”, incluso apoyada en los votos estudiantiles (cuando en verdad las entidades estudiantiles no participaban del Conclat), revela la falsedad de sus argumentos.

Fue claro y aceptado por todos que una clara mayoría de dos tercios del Conclat votaron la propuesta de nombre presentada por la mayoría de la Conlutas. Del tercio que perdió, una parte importante se mantuvo en el Congreso porque tenía claridad que definía el voto y la democracia, y quien perdía aceptaba. Entre estos había sectores de la propia Conlutas e incluso delegados que no eran de la Conlutas que no se retiraron del Congreso porque tenían claro cual era la naturaleza de la votación. Esto demuestra la falsedad de la afirmación de IS de que “el 40% se retiró del Congreso”.

¿Nueva central policlasista?

Intentando una explicación más sólida, IS acusa el PSTU de defender una concepción policlasista, porque defendía la participación estudiantil, de mujeres, de los negros y de los homosexuales en la nueva central, además del movimiento popular urbano y del campo. En base a eso afirma “que la presencia con voto y miembros en la dirección nacional de los sectores no obreros distorsionaba su carácter clasista”.

Eso es falso. El clasismo estaba garantizado por el carácter obrero y socialista del programa y por la limitación de la participación de los sectores oprimidos en 5%.

En este sentido, sigue el ejemplo de la COB boliviana, donde, además del campo, participa la organización de los estudiantes, y los más diversos sectores oprimidos.

El verdadero contenido de la propuesta presentada por la mayoría de los delegados de la Conlutas, no era solo construir una central sindical, sino ir más allá: construir una organización que unifique todos los sectores explotados y oprimidos, acaudillados por la clase obrera. Negarse a eso es negarse a que la clase dirija a los demás sectores oprimidos.

La izquierda argentina y su incapacidad para el frente único

Viendo lo que hacen estos partidos en Argentina, vamos a comprender cómo actuaron ante el Conclat.

Aquí la clase obrera ha luchado mucho más que en el Brasil, pero hasta hoy no hemos logrado construir una alternativa clasista frente al conjunto de las burocracias.

Al contrario, los intentos surgidos fueron destruidos por el papel de la izquierda. Eso pasó con la Asamblea Piquetera, las Asambleas Populares, en 2001, el Movimiento Intersindical Clasista (MIC), surgido en 2005 o las oposiciones docentes del SUTEBA.

Eso revela la incapacidad de los partidos de izquierda para desarrollar organismos de frente único obrero: rompen lo que no controlan.

Nada más lejos del respeto a la democracia obrera, lo único que puede garantizar la verdadera unidad de la clase obrera para pelar por sus intereses inmediatos e históricos.

Notas
1 Alternativa Socialista 524.
2 El Socialista 168.




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