lunes, 8 de junio de 2009


Hace veinte años en Polonia. Solidaridad triunfaba y caía el régimen totalitario / Por Carmen Carrasco / CI número 5 de junio

El 4 de junio de 1989, mientras los estudiantes chinos eran reprimidos en Tiananmen, la onda expansiva de su lucha llegaba a Europa Oriental. Ese mismo día, en las elecciones parlamentarias polacas, el sindicato Solidaridad arrasaba, obteniendo todos los cargos menos uno, marcando el fin de la dictadura de Jaruzelski, derribando, por primera vez en la historia, a un régimen totalitario comunista. En menos de seis meses, la oleada revolucionaria iniciada en Polonia terminó con los gobiernos totalitarios del este de Europa y tiró abajo el Muro de Berlín.

Solidaridad

Polonia fue uno de los países que más sufrió con la ocupación nazi durante la Segunda Guerra Mundial. Al finalizar ésta, el país en ruinas fue liberado por el Ejército Rojo, como todo el este de Europa. En su cruzada liberadora, las fuerzas soviéticas eliminaron el sistema económico capitalista e impusieron una economía planificada, pero en lugar de establecer genuinos gobiernos de los trabajadores, impusieron en todos los países gobiernos burocráticos y totalitarios de los partidos comunistas.

Los trabajadores polacos fueron los primeros en rebelarse. En 1956 empezaron las huelgas contra el régimen totalitario del POUP. En 1980, 17000 obreros tomaron el control de los astilleros Lenin en la ciudad de Gdansk para protestar por un aumento en los precios de la comida. Su líder era Lech Walesa. Rápidamente, trabajadores de 20 fábricas se les unieron. En pocos meses, Solidaridad creció hasta tener 9 millones de miembros, un cuarto del país.

Solidaridad no fue un sindicato cualquiera: agrupó a todas las corrientes y sectores de la población en lucha contra gobierno burocrático. La contradicción era que Solidaridad estaba dirigido por Lech Walesa y la Iglesia Católica.

Para terminar con las huelgas, en 1981, el general Wojziech Jaruzelski dio un golpe de estado, copiando a Pinochet, ilegalizando Solidaridad y empezó a aplicar medidas de abierta entrega al imperialismo, que provocaron una catástrofe económica, llevando la deuda externa a 39.000 millones de dólares.

Durante toda esa década, Solidaridad continuó resistiendo a la dictadura en la clandestinidad. En 1988 estallaron las huelgas, que obligaron al gobierno a legalizar a Solidaridad en abril de 1989, primer gran triunfo del movimiento de masas, y acordando con Walesa, en la Mesa Redonda, una convocatoria a elecciones, pero con bastantes limitaciones.

El 4 de junio de 1989, los trabajadores destruyeron el acuerdo: Solidaridad conquistó todos los cargos menos uno del Senado y todos los posibles de la cámara baja (Sejm). El resultado fue el derrumbe del primer gobierno totalitario comunista, una extraordinaria victoria obrera y popular.

Una revolución triunfante

Lo de Polonia fue una revolución, porque la acción de las masas liquidó al viejo régimen totalitario y al partido stalinista, dando lugar a un nuevo sistema político de amplísimas libertades impuestas por las masas.

Pero en lugar de aprovechar esto para establecer un gobierno obrero, de Solidaridad, que tenía el amplio apoyo popular, Walesa aceptó compartir el gobierno con los restos del aparato stalinista. En diciembre de 1990 Lech Walesa fue electo presidente de Polonia hasta 1995, cuando fue derrotado por Alexandr Kwasnievski.

Lo que vino después

A partir de 1989 se abrió una nueva etapa, ahora de lucha directa contra las medidas capitalistas y los gobiernos que las aplican. Walesa y los que le siguieron continuaron en estos años la obra de Jaruzelski, desmantelando los restos de la economía planificada, privatizando las fábricas, atacando las conquistas de los trabajadores. Polonia ingresó a la OTAN en 1999 y a la Unión Europea en 2004.

Los trabajadores, habiéndose sacado de encima la losa totalitaria, estaban llenos de ilusiones en la democracia y el capitalismo, pero en los veinte años transcurridos, sus ilusiones se han desvanecido, y luchan cada vez con más fuerza.

El actual primer ministro Donald Tusk quería celebrar el 20 aniversario del triunfo de Solidaridad en los astilleros de Gdansk, pero cambió de opinión tras la violenta protesta de los trabajadores en abril, y decidió realizar la celebración en una universidad. Todo un símbolo: hoy, como ayer, el gobierno de turno, tiembla ante las luchas obreras.

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